La herencia de Chávez
a
Nicaragua y Venezuela
Iván García Marenco
(08/01/2013)
Hugo Chávez se va sin pagar
una deuda moral tanto a Nicaragua como al propio pueblo venezolano: el canalizó
fondos ingentes –ingentes, dado el tamaño de la economía nicaragüense—
del Estado Venezolano a una empresa privada en Nicaragua gracias a la cual
Daniel Ortega, su familia y la cúpula de su partido se han convertido en menos
de 6 años en parte del grupo de los mayores billonarios del país. La diferencia
con varios otros ricachones nicaragüenses es que éstos no han hecho su fortuna
en 6 años, sino, como en el caso de los Pellas, después de más de 100 años de
acumulación familiar y que éstos, a diferencia de los Ortega, no han acumulado
su fortuna transfiriéndola directamente de fondos públicos –puesto que
los fondos venezolanos eran fondos estatales y no privados en Venezuela.
Esto ha sido, clara y
concisamente, enriquecimiento ilícito de una familia particular a base de
fondos públicos de un país. Eso nos ha dejado en herencia Hugo Chávez a los
nicaragüenses y a los venezolanos.
Evidentemente, no todos los
venezolanos están contentos con estos hechos. Capriles, el más connotado
opositor, promete que si ganase la Presidencia de su país, cortaría en seco esa
provisión de recursos propios a un dictador extranjero, quien está medrando con
mucha mayor holgura que toda la economía venezolana, la cual se encuentra en un
estado crítico de inflación, tendencia a la recesión y al estancamiento. Y sea
Capriles, o sea cualquier otro después de Chávez, incluidos los mismos chavistas
si llegan a evitar su propio descalabro político cuando falte el caudillo,
seguramente van a pensar que los fondos estatales suministrados
irresponsablemente a un individuo en el exterior pueden ser cobrables al país
del cual ese individuo es el Jefe de Estado.
Ni para consuelo de
nicaragüenses o venezolanos, la concesión venezolana de fondos
siquiera ha sido invertida en realidad en el desarrollo y en la
disminución de la pobreza del pueblo nicaragüense. Desde el comienzo de 2009
hasta el tercer trimestre de 2011, el valor de los desembolsos en petróleo ha
sido de US$2,212, a un promedio por año de US$804.4 millones (US$134.00 per
cápita en Nicaragua). Pero como lo hace notar Adolfo Acevedo, Daniel Ortega en
Nicaragua “ha tenido a su disposición recursos que ningún otro
gobierno ha tenido disponibles antes, de una magnitud impresionante, los
cuales, por su dimensión, hubiesen permitido comenzar a resolver, en una escala sin precedentes, muchos
de los problemas fundamentales del país... pero no ha sido así. “
Un
imperio empresarial se ha construido con las 7 empresas ALBA, alrededor de Alba
Caruna, el banco paraestatal del Frente Sandinista, quien recibe y canaliza las
ganancias generadas por la producción montada sobre los flujos petroleros
recibidos en términos generosamente concesionales para Ortega. Esas ganancias
han permitido la apertura de plantas térmicas de generación eléctrica por 600
megavatios con activos de US$250 millones, cooperativas de transporte urbano en
Managua, con una flota de buses en parte donada por otro país, Rusia, y
cooperativas de taxis, una empresa de equipos pesados de construcción, una
empresa forestal beneficiada gratuitamente con la madera tumbada por el Huracán
Félix en la selva Caribe, una empresa petrolera (Albanisa) que mueve más de
US$500 millones anuales (cuando el precio del barril era de US$50), y una
empresa de capital mixto para exportación de alimentos a Venezuela. Ese núcleo
de empresas originarias ha permitido la compra o establecimiento de empresas
directamente apropiadas por la familia Ortega (distribuidoras de petróleo,
canales de TV, de telecomunicaciones y de vigilancia. En una tercer nivel hay
más de 10 empresas “rojinegras”, a cargo de allegados al Frente Sandinista
beneficiadas con concesiones políticas y contrataciones estatales, de hoteles,
centros de llamadas, distribuidoras de medicinas, farmacias, vigilancia,
seguridad, fincas, laboratorios químicos, telecomunicaciones, materiales de
construcción y laboratorios químicos.
El
esquema de financiamiento y operación del imperio es simple. La mitad del
petróleo ingresa al país gratis y la otra mitad como crédito a tasas y plazos
muy concesionales (2%, 17 años plazo y 2 de gracia). Es refinado y transformado
en combustibles vendidos a las generadoras de energía o a las gasolineras, las
cuales trasladan sus costos, muy onerosamente, a los usuarios finales. De forma
que incluso la mitad del petróleo es pagada por el consumidor nicaragüense y
Albanisa termina recuperando el valor total del suministro petrolífero más el
margen de operación de la empresa. Negocio redondo.
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