jueves, 29 de septiembre de 2011


UNA LÍNEA DURA DEL FSLN NO QUIERE A DANIEL COMO LÍDER


Pinta aparecida en paredes de Matagalpa.



Sergio Simpson

Prefiero molestar con la verdad que complacer con adulaciones.  Séneca.

Varios combatientes organizados, afirman que ahora no votarán por Daniel, sería darle el aval a quienes lo rodean, votar por Daniel sería mantener en el poder a corruptos y prepotentes, a quienes no son sandinistas sino oportunistas, a quienes les han desconocido a miles de combatientes su lucha contra la dictadura y defensa de la revolución.

“Mientras nosotros combatimos a la dictadura y defendimos a la revolución, no logramos estudiar y ahora estos nos miran de mal modo” me dijo molesto un legendario guerrillero, quien agregó: “pero aprendimos a leer gracias a la revolución y ahora no nos engañan”.

En el partido fundado por Carlos Fonseca existen dos corrientes, integrantes de una de ellas gozan con su actuar en el poder, la otra desaprueba el método por el cual Daniel Ortega es Secretario General del Frente Sandinista de Liberación Nacional y su forma de actuar como Presidente de Nicaragua.

Una de las “línea dura” es conformada por mujeres y hombres “piel curtida por la lucha”, combatientes y colaboradores históricos que han sido desplazados y humillados en el partido por quienes no tienen méritos en el sandinismo y más bien lo desprestigian.


Daniel no la tiene toda consigo, aun llenando plazas y bailando cantando al ritmo de su esposa, y exhibiendo en familia el producto de sus cuentas bancarias, vinculado a lujo, corrupción, nepotismo, y autoritarismo; aliado con personas desacreditadas, cuya finalidad en la política es enriquecerse y ostentar el éxito inmune e impune.


No dudo que haya danielistas, extasiados con la figura de su líder, aprobando todo cuánto hace y deshace, vitoreando a entarimadas personas que le cortejan, y admirados por la fantasía de su poderosa señora, a quien califican de brillante y “ejemplo para la familia cristiana, socialista y solidaria”.


Ese grupo con Daniel a la cabeza, reproduce conceptos y conductas de poder similares a las que provocaron el rechazo del pueblo contra la dictadura somocista: corruptos, creídos, enriqueciéndose a costa de los demás; pero igual existen personas moderadas que se encuentran inconformes.



Había escrito el párrafo anterior cuando decidí salir. En el camino encontré a un activista del barrio, y en la conversación justificando la corrupción para adquirir votos me dijo: Con la plata baila el perro. Le respondí: Bueno, no soy perro, y pienso en los que dieron su vida para cambiar ese modelo, y otros que viven lisiados o empobrecidos, abandonados por el FSLN.

Los danielistas de la línea dura están convencidos que reprimiendo, corrompiendo, enriqueciéndose, van a lograr mantenerse en el poder, a la par de entregar algunos beneficios a los pobres a cambio de votos, servidumbre, y actúen como fuerza de choque.

Los otros de la “línea dura” son firmes en sus principios revolucionarios, opuestos a los vicios políticos que sustenta y fomenta Daniel, no han dejado del partido y, aunque muy cautelosos a mi parecer, poco ha poco han ido conspirando para enfrentar el desplazamiento al cual han sido sometidos, desalojados por quienes no tienen trayectoria revolucionaria o se convirtieron en millonarios.

Ellos y ellas son quienes han padecido pobreza, o no han obtenido lo que debieran por su capacidad de entrega, pues la distribución de la riqueza en el FSLN es tan desigual como lo es en cualquier “gobierno capitalista salvaje” como le gusta repetir a Daniel, con demagogia.

Otros de la “línea dura” han logrado con su esfuerzo mejorar sus condiciones de vida, pero se oponen a la eterna maniobra de Daniel para seguir en el poder, corrompiendo y desvirtuando al partido, pues afirman tener firmes sus convicciones.

En el Frente, mientras unos enseñan sus riquezas: vestidos, vehículos, mansiones, empresas; otros y otras andan errantes buscando quién les reconozca la pensión del seguro social, les entregue tierras o el título de propiedad, un zinc o pequeño crédito, que al fin de cuentas sirve nada más para continuar subsistiendo en la pobreza junto a su familia.

Por tales razones, en las próximas elecciones “no votaremos por Daniel… para que recapacite y deje el lugar a otros compañeros… lo que quiere es poner a su mujer… ya le dimos la oportunidad de gobernar sin guerra y en nada o casi nada benefició a miles de sandinistas que siguen pobres, más viejos, enfermos, y con las familias por el mismo camino”.



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