¿ES CORRECTO LLAMARLE
"CANDIDATO ILEGAL" A DANIEL ORTEGA?
Guillermo Cortés Domínguez (*)
¿Es periodismo profesional llamarle "candidato ilegal" a Daniel Ortega? Esta pregunta surgió tras un interesante y exhaustivo reporte sobre actividades del FSLN en la actual campaña electoral, de parte del periodista Julio César López, en "Onda Local", cuando en el que califica de "ilegal" la candidatura del Presidente de la República y Secretario General del partido rojinegro. Un oyente dijo que el periodista se estaba poniendo por encima de los poderes estatales, porque, independientemente de los preceptos constitucionales contra la reelección, un Poder del Estado ya dejó libre el paso a Ortega para que pudiera lanzarse como candidato y aspirar a un nuevo período presidencial.
Es cierto que la objetividad no existe, porque cuando entre muchos hechos, él o la periodista selecciona algunos para darlos a conocer a las audiencias, ya está interviniendo; y cuando entre muchos aspectos de una noticia se incluyen unos y se excluyen otros, también hay una intervención del reportero(a), de igual manera cuando jerarquiza los elementos informativos y considera que unos son más importantes que otros, y con los más relevantes comienza la redacción de su nota informativa.
En los tres casos del proceso de construcción de una noticia, el cerebro humano trabaja filtrando todos los elementos informativos, y en esa labor de destilar, actúan la educación formal e informal, las costumbres, toda la información que almacena el periodista, lo que ha leído, visto y observado, lo que le han contado, es decir, toda su cultura o bagaje cultural. Esa espesa capa de almacenamiento de todo lo que sabe, es la que hace el colador informativo. También actúa la subjetividad del periodista cuando selecciona determinadas fuentes y no otras.
Por las razones expuestas en los párrafos anteriores es que se afirma que la "objetividad" no existe, pero el esfuerzo por llegar al fondo de un asunto, el balance que se ofrezca, la eliminación de los sesgos y manipulaciones, y tomar en cuenta a los diferentes protagonistas de una historia, determinan el grado de objetividad que puede tener una información publicada.
En el caso que nos ocupa, al decir "el candidato ilegal", podría ser que entre cierto público no se escuchara bien, pues de inmediato el periodista se expondría a ser percibido en su subjetividad, y hasta cabría la posibilidad de perder las audiencias o parte de ellas, es decir, que se desperdicie la oportunidad de ser escuchado, de que aprecien su esfuerzo hacia la objetividad en el despliegue, paso a paso, de su información.
Este enfoque tiene que ver con la forma, con la manera como presentamos la información, es decir, con el empaquetamiento de la misma, esfuerzo que debe tomar en cuenta a quién va dirigido el mensaje. Hay que buscar credibilidad y confianza entre las audiencias y eso no se logra con adjetivos que puedan ser interpretados como descalificaciones, aunque tengan base, de manera pues que la presentación de la noticia requiere de tener el objetivo de conquistar a los oyentes o televidentes o lectores, lo cual demanda cierta habilidad del periodista.
En cuanto a la legalidad, pareciera que no hay mucho que discutir, pues el Arto. 147 de la Constitución Política de la República establece un doble candado anti reeleccionista, pues le cierra las puertas a quienes pretendan un período de gobierno de manera sucesiva o continua; y a quienes hayan ejercido dos veces la presidencia de la República.
Que los honorables y respetabilísimos magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) hayan creado un artificio para hacerle el volado al Presidente Daniel Ortega, eso es otra cosa, o, más bien, otra ilegalidad, amén de que estos mismos funcionarios, o algunos de ellos, legalmente ya no lo son, pues se les venció su período, y de nuevo, otra artimaña, un Decreto Presidencial, hizo el milagro de que pudieran continuar en sus cargos. En ambos casos, son funciones exclusivas de la Asamblea Nacional.
En conclusión, "la mujer del César (o el hombre de la Emperatriz) no sólo debe ser honesta (honesto) sino también aparentarlo. Es decir, la nota informativa no puede contener opinión, aunque la crónica y el reportaje sí, pero de forma discreta, encubierta tras las fuentes o camuflada entre preguntas u otros recursos que no transgredan la ética profesional. La opinión en estos géneros periodísticos no puede expresarse de manera ramplona, sino con creatividad. Por supuesto, estas solo son algunas ideas para un debate.
(*) Editor de la Revista Medios y Mensajes.
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