jueves, 29 de septiembre de 2011



UNA CABEZA DE GALLINA
ENSANGRENTADA PARA SILVIA





Guillermo Cortés Domínguez

“Periodista END exiliada”, el impactante titular principal de la primera plana de El Nuevo Diario (END), es como una poderosa campanada, un gigantesco gong, un ronco sonido de alarma ante iguales o peores situaciones que le podrían deparar a un periodismo nacional tan vulnerable por su fragmentación y partidización. A la vez, pareciera un titular de otros tiempos, de tiempos dictatoriales idos, ecos de un pasado que se niega a dejarnos, pero no solo es una resonancia, porque la amarga e incontrovertible realidad dice que se trata de un hecho que está sucediendo ahora por el desprecio a la ley de parte de quienes deben respetarla y hacer que se respete.

Dos días antes de irse del país, la colega de la norteña ciudad de Jinotega, Silvia González, tuvo que soportar el horror de un nuevo mensaje de muerte, cuando alguien, o varias personas, lanzaron al patio de su casa una cabeza de gallina ensangrentada envuelta en un papel en el que estaba escrito su nombre: “Silvia”.

La colega jinotegana no tuvo el respaldo de quienes deben aplicar la ley, de ninguna de las instituciones del Estado que deben hacer que prevalezca la legalidad, el orden jurídico creado para proteger a la población, para hacer un balance entre el ejercicio del poder y los derechos del pueblo. Más bien, no la atendieron la segunda vez que Silvia llegó a la Policía a preguntar qué hicieron para localizar a la persona que la había estado amenazando de muerte.

¿Qué le quisieron decir a Silvia con la cabeza de gallina ensangrentada? ¿Que la degollarían, que sería decapitada, que moriría desangrada? Todas esas y otras ideas terribles seguramente pasaron por su cabeza luego de recibir tan espantoso mensaje. ¿Por qué? Porque es una periodista crítica de algunos aspectos de la gestión gubernamental que le parecían injustos y repudiables. Y está en el derecho de hacerlo. Pero  algunos piensan que debe cerrar la boca. Incluso si hubiera estado equivocada, como periodista y como ciudadana, la ley le concede la facultad de expresar su punto de vista, y eso debe ser tolerado y respetado.

El problema es que se está generalizando el atropello a periodistas, medios de comunicación, integrantes de la sociedad civil, jóvenes críticos al gobierno, etcétera. Las voces disidentes se están volviendo intolerables. Aprietan las tuercas de una maquinaria estatal que obedece a designios de un partido político, o, más bien, de su selecto grupo de dirigentes, y no funciona al servicios de los intereses populares. Todo el aparato del Estado poco a poco ha ido quedando en manos de la pareja presidencial. Solo obedecen sus consignas, no lo que les manda la Constitución y las leyes. Esta es la razón por la cual en la Nicaragua libre y revolucionaria una periodista tuvo que salir exiliada.

Pero es un exilio voluntario, podrán alegar. No la sacaron a la fuerza del país, no fueron las autoridades las que la retuvieron contra su voluntad y la llevaron a empujones al aeropuerto. Es cierto. No fue así. Fue peor: le hicieron la vida a cuadritos a ella y a su familia. Le impusieron el terror y la angustia, y tuvo que irse “voluntariamente” del país porque no tuvo quien la defendiera, ni siquiera a las más importantes organizaciones gremiales de periodistas, más ocupadas en el trabajo partidario que les han asignado, que en la defensa de sus miembros.

El Estado de Derecho, incluso negado por algunos enceguecidos por el partidismo, es necesario para establecer un marco de respeto y tolerancia, un escenario de obligaciones y derechos, de límites al poder, para frenar los abusos de quienes se creen por encima de las instituciones y de la ciudadanía, y agreden, hostigan, acosan, y amenazan de muerte, como ha ocurrido con Silvia González.

Una nueva familia está dividida: unos quedan en Jinotega, y otros fuera de Nicaragua, divididos, fragmentados, sufriendo la tristeza de la separación y la profunda nostalgia del extrañamiento, del alejamiento del hogar, de la ciudad, de las calles, de las comidas, de los olores y sabores, de otros parientes y amigas y amigos. El llamado “mal de Patria”, es capaz de frenar los ímpetus, sumergir en profunda depresión, y hasta causar la muerte.

Debemos lamentar que en muchos aspectos la impunidad reina sobre la ley, y el periodismo nacional de varias formas ya ha sufrido directamente sus embates. Hoy es Silvia la que resiente en carne propia la injusticia de los hechores y la indolencia de quienes deberían proteger sus derechos, que es otra injusticia. ¿Cuántos periodistas exiliados más habrá? ¿Cuántos atropellos deberán cometerse en nombre de Dios, del cielo azul y de los astros que refulgen a lo lejos, para que el periodismo nacional se una en un solo puño y sepa defender sus intereses gremiales y los de la población?


Pronunciamiento de catorce corresponsales de END
PERIODISTAS INDIGNADOS

Valiente pronunciamiento emitieron los corresponsales de El Nuevo Diario (END) en el que exigen investigación y transparencia y se solidarizan con la colega Silvia González, quien se vio obligada a exiliarse de Nicaragua por "Las amenazas de muerte y la negligencia de las autoridades policiales", señalan los periodistas Tatiana Rothschuh, Ingrid Duarte, Mercedes Vanegas, Tania Goussen, Mercedes Sequeira, Heberto Jarqu+in, Jesús Salgado, José Luis González, Róger Olivas, Máximo Rugama, Lésber quintero, Franisco Mendoza, Leoncio Vanegas y Sixto Valladares.



Los corresponsales de END demandan a la comisionada Aminta Granera, jefa de la Policía Nacional, y a Julio Centeno Gómez, Fiscal General de la República,  una investigación exhaustiva y transparente, que se informe al respecto y que sean procesados quienes resulten culpables de las amenazas de muerte a la colega Silvia González. También exigen protección y seguridad a los periodistas "que son víctimas de la intolerancia política-partidaria y de intereses maquiavélicos que pretenden empañar el proceso cívico electoral que vive el país". También claman porque no se repitan hechos como los que condujeron al asesinato de la periodista María José Bravo; y llaman a la unidad gremial y sindical del periodismo.

La situación que llevó al exilio a Silvia, indican los catorce periodistas de doce departamentos y las dos regiones autónomas, del país, es un indicativo de que los comunicadores sociales de los medios independientes del gobierno "estamos en la indefension". En su histórico comunicado señalan que ante las primeras denuncias de Silvia, la Policía actuó de manera lenta y amañada, dejando entrever intereses oscuros, en un comportamiento nada profesional.

Este pronunciamiento se une a la protesta expresada 24 horas antes por periodistas de todo el país, incluyendo directivos departamentales de organismos gremiales, así como a la decisión de la dirección de END de mantenerle su salario a la periodista Silvia González, como si estuviera trabajando para este diario en el lugar donde se encuentre, el cual no ha sido revelado como una medida de seguridad.

Los corresponsales de END elevan sus voces para denunciar que "la libertad de expresión está amenazada y por ende el derecho del pueblo a ser informado como lo consigna la Constitución Política de Nicaragua". Finalizan su comunicado con la frase: "No se mata la verdad amenazando o matando periodistas".

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