martes, 8 de enero de 2013



Práctica oficial promueve

descomposición social


Guillermo Cortés Domínguez (*)

La “mala levadura” que tenemos como seres humanos imperfectos, es fomentada desde el poder en Nicaragua, del mismo modo en que el somocismo estimulaba la corrupción en todos los niveles. Que no extrañe la comparación, porque resulta que, en una disparatada voltereta de la historia, muchos de los inclaudicables luchadores de patria libre o morir contra la dictadura somocista, que dirigen el gobierno actual, están copiando a la dictadura de la familia Somoza y cada vez se parecen más.

La repartición social entre los pobres de bienes estatales tras la derrota electoral de 1990, enaltece a quienes la promovieron, pero la apropiación privada ilegal de bienes públicos ocurrida simultáneamente en la cúpula del FSLN, fue un acto de corrupción mortal para este partido, porque éste se convirtió en un poderoso explosivo enquistado en su seno, que luego hizo implosión, como ocurrió con las Torres Gemelas en Nueva York, y destruyó la base humanista, moral y ética de esta organización.

Después vino la debacle, pues la cúpula dirigente pisoteó los principios y asumió que no importan los medios para conseguir sus fines. Después de eso, ya todo fue posible en lo que se llamó un partido revolucionario, por ejemplo, destruir una conquista de más de un siglo, como es la despenalización del aborto terapéutico o aniquilar el sistema electoral  y despojar a la sociedad de la herramienta para dirimir sus diferencias por la vía pacífica.

¿Quién iba a pensar: que se robarían las elecciones a cada momento, como Somoza; que violarían la Constitución, peor que Somoza; que en sociedad con extranjeros, crearían empresas de forma ventajista y tramposa, como Somoza; que le harían generosas concesiones al capital financiero, como Somoza; que contratarían pandilleros quienes con empleados públicos obligados, se convertirían en fuerzas de choque para garrotear a opositores, como las hordas nicolasianas de Somoza; que en Nueva Guinea y Darío reprimirían brutalmente al pueblo con la Policía Nacional, casi como Somoza y su Guardia Nacional? ¿Qué mensajes le transmiten al pueblo nicaragüense con este tipo de actuaciones?

Junto a un segmento de la población agradecido por la ayuda recibida del gobierno, crece otro que está llamado a convertirse en otra bomba que explotará en algún momento si no cambian las cosas: son los deudos de los asesinados, de los reprimidos, son los heridos y los golpeados y sus familiares, víctimas de los grupos de choque paramilitares del gobierno y de la Policía Nacional; son los excluidos tramposamente del ejercicio de la justicia; son todos los afectados y descartados de una u otra forma por el sistema en cada momento en que éste actuó partidariamente y le negó lo suyo a quien en derecho le correspondía.

De la misma manera que toda práctica autoritaria --actuar por la fuerza, acaparar los poderes, imponerse al margen de la ley, etc.--, genera un profundo malestar, también la práctica de la corrupción, el manejo discrecional de la fabulosa ayuda venezolana y el aprovechamiento del Estado para el enriquecimiento familiar y personal, crean un nefasto modelo para toda la sociedad. Se predica con el ejemplo, que es la práctica, y si ésta es funesta, de ese signo será el mensaje para los sectores más receptivos.

Desde la cúspide del poder se estimula la desaparición de las fuerzas morales y éticas, de la conciencia social y del ser social responsable y solidario, del humanismo que se debe a sus semejantes, conceptos que solo existen como demagogia oficial. Es un mensaje devastador que atenta contra la juventud y las nuevas generaciones.

(*) Docente, Escritor y Periodista.

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