Práctica
oficial promueve
descomposición
social
Guillermo
Cortés Domínguez (*)
La “mala
levadura” que tenemos como seres humanos imperfectos, es fomentada desde el
poder en Nicaragua, del mismo modo en que el somocismo estimulaba la corrupción
en todos los niveles. Que no extrañe la comparación, porque resulta que, en una
disparatada voltereta de la historia, muchos de los inclaudicables luchadores de
patria libre o morir contra la dictadura somocista, que dirigen el gobierno
actual, están copiando a la dictadura de la familia Somoza y cada vez se
parecen más.
La
repartición social entre los pobres de bienes estatales tras la derrota
electoral de 1990, enaltece a quienes la promovieron, pero la apropiación
privada ilegal de bienes públicos ocurrida simultáneamente en la cúpula del
FSLN, fue un acto de corrupción mortal para este partido, porque éste se
convirtió en un poderoso explosivo enquistado en su seno, que luego hizo
implosión, como ocurrió con las Torres Gemelas en Nueva York, y destruyó la
base humanista, moral y ética de esta organización.
Después
vino la debacle, pues la cúpula dirigente pisoteó los principios y asumió que
no importan los medios para conseguir sus fines. Después de eso, ya todo fue
posible en lo que se llamó un partido revolucionario, por ejemplo, destruir una
conquista de más de un siglo, como es la despenalización del aborto terapéutico
o aniquilar el sistema electoral y
despojar a la sociedad de la herramienta para dirimir sus diferencias por la
vía pacífica.
¿Quién iba
a pensar: que se robarían las elecciones a cada momento, como Somoza; que
violarían la Constitución, peor que Somoza; que en sociedad con extranjeros,
crearían empresas de forma ventajista y tramposa, como Somoza; que le harían
generosas concesiones al capital financiero, como Somoza; que contratarían
pandilleros quienes con empleados públicos obligados, se convertirían en
fuerzas de choque para garrotear a opositores, como las hordas nicolasianas de
Somoza; que en Nueva Guinea y Darío reprimirían brutalmente al pueblo con la
Policía Nacional, casi como Somoza y su Guardia Nacional? ¿Qué mensajes le
transmiten al pueblo nicaragüense con este tipo de actuaciones?
Junto a un
segmento de la población agradecido por la ayuda recibida del gobierno, crece
otro que está llamado a convertirse en otra bomba que explotará en algún
momento si no cambian las cosas: son los deudos de los asesinados, de los
reprimidos, son los heridos y los golpeados y sus familiares, víctimas de los
grupos de choque paramilitares del gobierno y de la Policía Nacional; son los
excluidos tramposamente del ejercicio de la justicia; son todos los afectados y
descartados de una u otra forma por el sistema en cada momento en que éste
actuó partidariamente y le negó lo suyo a quien en derecho le correspondía.
De la misma
manera que toda práctica autoritaria --actuar por la fuerza, acaparar los
poderes, imponerse al margen de la ley, etc.--, genera un profundo malestar,
también la práctica de la corrupción, el manejo discrecional de la fabulosa
ayuda venezolana y el aprovechamiento del Estado para el enriquecimiento
familiar y personal, crean un nefasto modelo para toda la sociedad. Se predica con
el ejemplo, que es la práctica, y si ésta es funesta, de ese signo será el
mensaje para los sectores más receptivos.
Desde la
cúspide del poder se estimula la desaparición de las fuerzas morales y éticas,
de la conciencia social y del ser social responsable y solidario, del humanismo
que se debe a sus semejantes, conceptos que solo existen como demagogia
oficial. Es un mensaje devastador que atenta contra la juventud y las nuevas
generaciones.
(*)
Docente, Escritor y Periodista.
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