jueves, 29 de septiembre de 2011



RÁPIDO TRÁNSITO
Prosa de José Coronel Urtecho. 
Editorial Nueva Nicaragua, 1985. 
(Pequeña nota crítica,  después de una rápida y tardía lectura)



Para Luis Rocha quien tuvo la gentileza de obsequiarme un ejemplar.

Manuel Obregón S.

“A veces un viejo búfalo con cuernos como dos lunas nuevas” “Dos volcanes como  tiendas de circo” “Algún vapor que venía tosiendo corriente arriba” “ Una descarada luna como un reloj sin horas ni manecillas”[José Coronel Urtecho]

La lujuria es un exceso en las relaciones carnales y en algunos casos tiene algo que ver con la literatura. Recordemos al Marqués de Sade y todo se entiende.  No voy a referirme al  tema, porque no viene al caso, pero sí al uso del término de manera figurada.  La palabra me viene a la mente al leer Rápido Tránsito de nuestro maestro de prosa y verso  JCU.  Él mismo nos da la idea al subtitular su obra como “Al ritmo de Norteamérica”, es decir, a la velocidad  de  los americanos. Y todos sabemos que la vida ahí es de carrera. Se va al trabajo de carrera, se come de carrera y es posible que hasta el amor se haga apresurado. Para JCU toda América es poesía. Hay demasiadas cosas que ver y describir, pero sobretodo sentir. No se puede ir lento porque se pierde el objeto y el sujeto, y todo es tan vasto que aunque le pongamos el acelerador no es posible relatarlo todo.

Entonces hay que ir a la par, como mínimo, a la velocidad del tren o de  la engañosa  velocidad de los postes que vemos  en contraria. JCU decide ir al máximo y entonces se prepara para darnos una crónica que es como soltar las palabras, que se hacen palomas,  en un asustadizo vuelo  en un patio asoleado, o semejante a los caballos salvajes  que todo lo tropiezan en la huída, o el río que se desborda en invierno y arrasa con puentes piedras y sembradíos, es en esencia una prosa lujuriosa que no sacia su apetito de ver y de decir, en ese afán de abarcarlo todo. En ella hay prisa, arrebato, tabletear de palabras como si fuesen balas salidas de una ametralladora. Tiene esa virtud de subir y bajar y volver a subir y luego irse por veredas para encontrar más adelante el camino buscado. De llevarnos en volandas, en ondas, en ritmo, como las olas agitadas, así se  mueven sus palabras. No está compitiendo con nadie, claro, pero empuja la escritura como si se fuese a agotar el paisaje, la persona o el personaje, el momento, el detalle, el gesto, o como si la luz se  desvaneciese frente a sus ojos. En partes es un prosema, con unas metáforas insospechadas, que saltan como peces sorprendidos o juguetones. Decir que es locuaz es decir nada, que es rápido no lo retrata, que embroma, que goza de su composición, que a veces es mago ya nos aproxima pero no lo define. Más que veloz es velocísimo, se esconde donde no lo vemos, se fuga donde es imposible atraparlo, es ángel y es duende, un chiquillo travieso que engaña a pequeños y adultos. Quien no lo ha leído de lo que se pierde.

Son siete crónicas o textos que reflejan su experiencia de vivir en los Estados Unidos, estimo yo,  en el primer cuarto del pasado siglo. Parte como estudiante y como residente con su familia.

En “Viajeros en el río” [su experiencia en el San Juan de Nicaragua] le vienen los recuerdos de su niñez y compara esos años con lo que hoy le deslumbra [el río Mississippi]. En Mis “gay twenties” nos lleva a su vida en California con su madre y hermana y las múltiples amistades juveniles. Luego vendrá su incursión en la poesía americana en “Nueva poesía americana” y nos hablará de los grandes: Poe, Whitman, Carl Samburg, Ezra Pound, Vachel Lindsey, Edgard Lee Master, Robert Frost, y otros. En  “El Viejo Nueva Orleans” no nos habla como turista sino como el viajero que ha oído hablar del Río Mississippi y su majestuosidad y de Mark Twain y nos recordará que ese famoso escritor pasó una vez por Nicaragua  por la ruta del tránsito durante la fiebre del oro en California. “Memorama de Gotham” [o Gotham Book Mart] la librería  en el número 51 de la Calle 47 West, nos introduce en el torbellino de Nueva York y de su vida cultural. Siempre unido por la literatura a la vida de ese país, dedica su sexto ensayo a “Un poeta en nuestro tiempo” que es una continuación de lo que ya nos dijo en la Nueva poesía americana, esta vez profundizando en los testimonios de sus contemporáneos sobre la vida y obra de estos poetas y por último en “Peregrinación relámpago” nos cuenta sus viajes por las ciudades o pueblos donde vivieron estos seres privilegiados por el don de la palabra. Deja Nueva York y se va a Nueva Inglaterra donde visitará las casas que habitaron los grandes de la literatura, no solo poetas sino narradores de ese país. Así lo vemos en compañía del joven entonces Ernesto Cardenal peregrinando a la casa de Emerson, de R. Frost, Longfellow, Amy Lowell, Hawthorne, y Thoreau.

Termino transcribiendo lo que escribo al final del libro,  como acostumbro siempre resumir mi experiencia como lector,  en este caso, de Rápido Tránsito: José Coronel Urtecho es la lengua que habla. Una danza, un torbellino, una tromba, un desborde, un tropel, una lujuria, de la palabra. 

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