Periodista sueco instrumentalizado busca reivindicarse
INESPERADO IMPACTO DE LA PELÍCULA
SOBRE LA MATANZA DE LA PENCA
Guillermo Cortés Domínguez (*)
Un fantasma comienza a recorrer Nicaragua y sacude muchas conciencias, es el fantasma de la matanza contra periodistas cometida el 30 de mayo de 1984 en La Penca, que 27 años después de ser silenciada y camuflada con premeditación, se presenta con su ineludible dedo acusador que señala sin dudas a la temida Dirección V de la Dirección General de la Seguridad del Estado (DGSE), del Ministerio del Interior (MINT), del gobierno revolucionario dirigido por los nueve comandantes de la Dirección Nacional del Frente Sandinista.
El fantasma que está desatando algunos demonios terribles, viene en la película “Último Capítulo. Good Bye Nicaragua”, que retrata ese minúsculo territorio de Nicaragua fronterizo con Costa Rica, a orillas del hermosísimo Río San Juan, conocido como La Penca, donde en un despiadado y cruel acto terrorista, un inescrupuloso argentino agente de la Dirección V, hizo detonar una bomba que de manera subrepticia colocó en el precario rancho de paja donde Edén Pastora, líder de una naciente organización contrarrevolucionaria, ofrecía una conferencia de prensa ante decenas de mujeres y hombres de prensa de todo el mundo. El saldo fue de siete muertos, de ellos, tres periodistas, y una veintena de heridos, entre ellos el propio “Comandante Cero”.
El autor del impactante documental, el periodista sueco de izquierda Peter Torbiörnsonn, estaba muy cerca de quienes ofrecían la conferencia de prensa, en segunda fila, detrás de varios colegas que salieron con múltiples lesiones, y resultó herido tras la explosión. Este hecho podría descartar cualquier versión de que él sabía a lo que iba el “fotógrafo” al que llevó al lugar, a menos que estuviera decidido a inmolarse, cosa poco probable. Por el contrario, el “reportero gráfico” fue visto salir subrepticiamente del sitio apenas momentos antes de que se produjera el mortal estallido y brutal fogonazo que le cambió la vida en un instante a varias decenas de personas.
El terrorista disfrazado de fotógrafo tuvo acceso a la conferencia de prensa por la ayuda de Peter Torbiörnsonn, a quien el legendario agente de los servicios de Inteligencia cubanos, Renán Montero, un poco antes le había solicitado apoyo para que un supuesto hombre de prensa danés pudiera recabar información en Costa Rica sobre Edén Pastora. Funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores del gobierno de Nicaragua habían contactado al sueco en San José y, una vez en Managua, lo trasladaron ante el cubano, un hombre casi mítico, que estuvo con Carlos Fonseca en la guerrilla del Río Patuca, y que organizó la logística para que el Che Guevara iniciara en Bolivia la guerrilla que finalmente lo conduciría a su captura y asesinato en la localidad de La Higuera.
Torbiörnsonn era informante del MINT
En un comportamiento un poco extraño para un periodista europeo, pero que podría explicarse porque él era una persona de izquierda seducida por la joven Revolución Popular Sandinista que estaba conmoviendo al mundo, Torbiörnsonn, como otros colegas, informaba y recibía información del MINT, dirigido por el Comandante de la Revolución Tomás Borge Martínez. El lema de esta institución era de una candidez conmovedora: “Centinela de la alegría del pueblo”. Otro miembro de la Dirección Nacional del FSLN, Luis Carrión, era el Vice Ministro. Algunos corresponsales extranjeros utilizan este controversial procedimiento para obtener primicias y exclusivas, necesidad para algunos casi ineludible, en el mundo tan competitivo del periodismo.
Pero Torbiörnsonn asegura que no sabía que el supuesto periodista danés bajo el nombre falso de Per Anker, en la cámara fotográfica llevaba una bomba para hacerla explotar en la conferencia de prensa con el objetivo principal de asesinar a Edén Pastora, en ese entonces convertido en un acérrimo enemigo del gobierno sandinista. El líder del comando que realizó con éxito la toma del Palacio Nacional, asistido por Dora María Téllez y Hugo Torres, criticaba sin pausa los lujos, ostentación y derroche de sus viejos camaradas, a los que consideraba tan corruptos como los somocistas, y por eso se distanció de ellos y creó en Costa Rica su propio grupo armado, Alianza Revolucionaria Democrática (ARDE), diferente de la contrarrevolución en Honduras, financiada por el gobierno de Estados Unidos y dirigida directamente por la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Fue cuando Borge dijo aquella frase memorable: “Edén, ¿por cuánto vendiste tu carné”. Pastora ya había hecho un gigantesco engaño en especial al pueblo nicaragüense cuando se separó del gobierno revolucionario e hizo publicar una carta en la que afirmaba que se iba a luchar a otros países que lo necesitaban más que en su terruño, provocando toda una oleada de admiración e incluso de comparación con el Che Guevara. Una nueva aureola comenzó a acompañar al “Comandante Cero”. Pero no hubo nada de eso. Fue una gran estafa.
Durante algún tiempo Torbiörnsonn vivió con dudas y remordimientos terribles sobre lo que había acontecido, porque casi inmediatamente se supo que quien había puesto la bomba era la persona a la que él había llevado a la conferencia de prensa, así que ante los ojos de muchos de sus colegas, él también era culpable, fue señalado como tal, descalificado y tratado con desprecio. El supuesto periodista danés resultó ser el argentino Roberto Vital Gaguine, quien regresó a Nicaragua a su puesto en el MINT, y moriría en 1989 durante el ataque suicida al cuartel La Tablada, en su país. “El que a hierro mata, a hierro muere”.
La pesadilla del sentimiento de culpa
Peter Torbiörnsonn comenzó a vivir una verdadera pesadilla que lo agobiaba con una punzante e hiriente sensación de culpa por la matanza de periodistas en La Penca. Confesó a un colega sueco su participación indirecta e inconsciente, porque él no sabía que el tipo a quien ayudaba pondría una bomba, y poco a poco se le hizo muy claro que los líderes sandinistas eran los responsables del criminal atentado, y de manera directa, Tomás Borge, Renán Montero y Lenín Cerna. A este trío se agrega el guerrillero argentino Enrique Gorriarán Merlo. No obstante, en los corrillos oficiales era vox populi en los años ochenta, que estos tres últimos personajes no le eran leales a Borge sino al Jefe del Ejército.
Estas cuatro figuras fueron vinculadas por diversos medios de comunicación como planificadores y hasta ejecutores de otros asesinatos de enemigos de la Revolución Sandinista, como la del alto oficial de la desaparecida Guardia Nacional que organizaba la contrarrevolución en Honduras, Pablo Emilio Salazar Páiz (“Comandante Bravo”). El agente Jorge Massetti reveló que Gorriarán (“El Pelao”) fue quien lo eliminó personalmente en Tegucigalpa, y que Lenín Cerna supervisó la operación desde la embajada de Nicaragua en esa ciudad. “El Pelao” y otros gauchos compañeros suyos, también tendría una decisiva participación en el ajusticiamiento del dictador Anastasio Somoza Debayle, en Asunción, Paraguay, celebrado ruidosamente en Managua con una caravana de vehículos que recorrió muchos barrios de la ciudad capital con entusiasmados miembros de la Dirección Nacional del FSLN a la cabeza.
A fines de mayo de 1979, seis argentinos del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) ingresan a Costa Rica y se integran al Frente Sur, a solicitud expresa del FSLN. Ninguno sabía que protagonizarían hechos memorables de la historia de Nicaragua, algunos de los cuales saltan de nuevo al tapete con la película de Peter Torbiönsson. Ellos eran: Enrique Gorriarán Merlo (“El Pelao”), Hugo Alfredo Irurzún (“Capitán Santiago”), Eduardo Berestein (“El Vasco Manuel”), “El Gato”, Roberto Sánchez (“El Gordo”) –hermano de la creadora del suplemento infantil “Cachorritos”, del diario Barricada, Aurora Sánchez Nadal--, y Jorge Massetti, según declaraciones de este último al periodista Eduardo Marenco, y publicadas en el diario La Prensa en el 2001.
El periodista sueco temía por su vida, pues sabía lo que había pasado, y era la única persona, fuera de los autores intelectuales y el autor material, que conocía que el fotógrafo que puso la bomba había sido enviado por la Dirección V del MINT de Nicaragua. Él era un muy inconveniente “cabo suelto” que podía ser silenciado en cualquier momento, sobre todo porque desde el MINT se propaló y alimentó la versión de que el acto terrorista había sido obra de la CIA. Y así se entendió por muchos años. Entonces grabó un video sobre lo que sabía y lo entregó a un amigo, como una prueba para alertar al público acerca de lo ocurrido, en caso de ser asesinado. Su película comienza precisamente cuando él y su colaborador buscan, en medio de un grandísimo desorden de pequeñas cajas metálicas redondas, la cinta que habían grabado. Y decide investigar a profundidad para conocer la verdad.
Daniel Ortega incumplió promesas
Aprovechó la llegada de Daniel Ortega a Estocolmo y le planteó la necesidad de esclarecer la matanza de La Penca, de decir la verdad de lo sucedido, de escapar a las sombras que lo atormentaban y de limpiar su nombre. El líder del Frente prometió ocuparse del asunto. Más tarde, en Managua, durante un acto en la Loma de Tiscapa a finales de 1990, Torbiönsson de nuevo encaró a Ortega, y éste llamó a Lenín Cerna, que también estaba ahí, quien confirmó que la DGSE estaba detrás del asunto, refiriéndose al mismo como “el problemita del Río San Juan”. Ortega le habría confirmado ahí mismo al reportero sueco su promesa de esclarecer el múltiple crimen, y prometió que se haría un documental al respecto, pero fue derrotado en las elecciones de ese año, y el asunto fue archivado.
Peter Torbiörnsonn se movió entre Managua, León, Estocolmo, La Habana, La Paz, París y Praga, en busca de la verdad. Trató de entrevistar a personas que consideraba claves, como Tomás Borge, quien se negó a dar declaraciones sobre La Penca. Logró llegar hasta la propia casa que Renán Montero ocupaba en Managua, pero no pudo pasar del portón metálico de doble hoja. En París y Estocolmo logró conversar varias veces con Jorge Massetti, combatiente del Frente Sur, miembro de la Dirección V, subordinado de Gorriarán Merlo y de Renán Montero, y agente de la Inteligencia de Cuba bajo las órdenes de Manuel Piñeiro Losada (“Barba Roja”), fundador de los organismos de Seguridad y de Inteligencia cubanos y luego Director del Departamento América. Después, Massetti se distanciaría de la Revolución Cubana tras el fusilamiento de su suegro Tony de la Guardia, a quien implicaron en el famoso “Caso Ochoa”.
En La Habana, Torbiörnsonn, quien en ese entonces se movía en los altos círculos del poder, logró hablar con Fidel Castro –aparece en la película platicando con él--, a quien le preguntó si debía investigar en Miami para llegar a fondo sobre lo de La Penca, y éste le dijo que ahí no encontraría nada. Eso fue importante, porque, debe recordarse, públicamente el atentado terrorista fue achacado a la CIA. Y así quedó por más de dos décadas, hasta ahora. La aparentemente inocua respuesta de Fidel, resultó de suma importancia para el periodista sueco, pues implícitamente descartaba la participación de la CIA. Pero el líder cubano tampoco le dijo que husmeara en el MINT o el Ejército de Nicaragua.
Una muchacha bonita atendió con amabilidad a Torbiörnsonn en el angosto portón metálico de entrada a la residencia de Tomás Borge, en Bello Horizonte. Ella cerró la puerta para consultar al Comandante, y luego el portón se abrió de nuevo, con una respuesta negativa en sus labios discretamente pintados. Pero el sueco regresaría mediante una estratagema impecable, y al mismo tiempo digna de estudio en un aula de periodismo, sobre todo desde la perspectiva de la ética profesional. Un periodista australiano amigo suyo había concertado una entrevista con el Ministro del Interior de aquél entonces, y accedió a la petición de Peter de llevarlo con él.
Tomás Borge pierde los estribos y lo corre de su casa
En la cinta se escucha a un desinhibido Tomás Borge que rechaza con vehemente voz y gestos teatrales, las acusaciones sobre corrupción e ilegalidades que hace “la derecha”, según dijo, pero poco después aparecería un poco lívido y desconcertado. El australiano le dice que el amigo que lo acompaña tiene interés en hacerle una pregunta, entonces entra en escena Peter Torbiörnsonn, de camisa blanca y barbado, siempre delgado, pero con muchos más años encima de los que tenía cuando se contactaba con el poderoso líder sandinista en los años ochenta, quien no logra reconocerlo.
El periodista sueco se identifica, pero su nombre no parece decirle nada en particular a Tomás Borge, hasta que Torbiörnsonn le pregunta directamente sobre La Penca, y el actual Embajador nica en Perú, muy serio, pero nervioso, responde que no sabe nada, el reportero insiste, le recuerda que a él le pidieron que llevara a La Penca al presunto fotógrafo, pero no sabía que éste llevaría una bomba. Tomás se enfada, acusa al sueco de no haber dicho nada antes, y luego lo llama “cómplice”. El cineasta replica, Borge pierde los estribos y, con su conocido tono autoritario, lo corre sin miramientos de su casa. Se ve a Peter abandonando la vivienda, dejando atrás a un hombre endemoniado. No se aprecia si el entrevistado reprochó a su entrevistador por haber propiciado esa visita indeseable. El australiano grabó todo y por eso estas escenas aparecen en la película.
En la capital cubana, Torbiörnsonn buscó infructuosamente a Montero, quien ya estaba muy enfermo y envejecido, sin embargo, una nueva pista lo puso tras sus huellas otra vez en Managua. Pero no lo localizó. Cuando parecía que todas las puertas se cerraban, logró entrevistar a uno de los nueve todopoderosos comandantes de la revolución de los años ochenta, uno de los miembros de la Dirección Nacional, Luis Carrión Cruz, quien además era el Viceministro del Interior cuando ocurrió el bombazo.
Las declaraciones de Carrión son breves, pero demoledoras, pues dijo que él supo, posterior al hecho, que la Dirección V del MINT había llevado a cabo la matanza de La Penca, y, en una dura autocrítica, confiesa que aunque estaba totalmente en desacuerdo con ese hecho criminal que consideró una barbarie, algo inhumano contra gente inocente, no lo confrontó, sino que se quedó callado, nunca dijo nada al respecto. Carrión estaba muy consciente de lo que estaba diciendo, pues esas palabras podrían ponerlo en peligro a él y a su familia, como dejó constancia ante la cámara que registró estas declaraciones trascendentales.
Las revelaciones de Pastora al periodista Douglas Carcache
El terco periodista sueco logró hacer su película y recién hasta ganó con ella un premio internacional en Europa, pero nadie le dio una mano para presentarla en Nicaragua, hasta que Carlos Fernando Chamorro habló del documental en su programa dominical de televisión “Esta Semana” y ofreció fragmentos de la controversial cinta.
Pasaron varias semanas para que, poco a poco, se abrieran algunas puertas: el cineasta fue entrevistado en El Nuevo Diario y La Prensa, su película se estrenó en los cinemas Galería donde se presentó varios días, y se reprogramado por una semana más, ante el impacto causado. Al mismo tiempo sigue en pantalla en universidades, centros culturales y en muchos hogares, pues las copias vuelan como pan caliente y un gran rumor corre por toda Nicaragua.
Al estreno de la película asistió Edén Pastora, quien al final se puso de pie y casi a gritos afirmó que él diría la verdad, y ante los asistentes, entre los cuales había periodistas, estudiantes de Comunicación Social de la UCA y hasta ex miembros de la Seguridad del Estado, culpó del atentado a una extraña combinación de sandinistas y la CIA. Días después, durante una conferencia de prensa, Pastora descalificó a Torbiörnsonn, lo acusó de “agente de la CIA” y anunció que lo demandará ante organismos internacionales, al igual que a Luis Carrión. El documentalista sueco replicó que esa era una payasada del ”Comandante Cero” y consideró como “burdas” sus acusaciones.
En julio del 2009 Edén Pastora dio una entrevista al periodista de La Prensa, Douglas Carcache, a quien le hizo graves y delicadas revelaciones, como que él había hecho un acuerdo con el Comandante Humberto Ortega Saavedra para formar ARDE, pero se negó a dar más detalles. Pastora dijo que volvió a Nicaragua en 1990 y fue a buscar a Humberto —todavía Jefe del Ejército— para reclamarle. “Ideay, Humbertó, no me jodás, me iban a matar. ¿No le dijiste vos a la Dirección?”, dice haberlo confrontado. “Y me dice Humberto: ‘Edén, un secreto es entre dos. Si lo saben tres no es secreto, menos entre nosotros (los nueve comandantes), porque la Dirección Nacional estaba infiltrada”.
Otros golpes de mano y crímenes no esclarecidos
Días antes, Torbiörnsonn había declarado que interpondría una demanda por delitos de lesa humanidad ante un tribunal internacional de justicia, contra Tomás Borge y Lenín Cerna. Antes de la sorprendente alianza de Pastora con la familia Ortega-Murillo, el sueco lo entrevistó, y el “Comandante Cero” aparece en la película vivamente interesado en esclarecer lo ocurrido en La Penca, y por supuesto, ninguna acusación al reportero sueco; pero en una entrevista posterior, da la impresión que fuera otra persona. Ya era el representante del Presidente Ortega en el Río San Juan.
El MINT, por medio de sus agentes de Inteligencia y sus tropas especiales “Pablo Úbeda”, dio varios golpes espectaculares a los contras, también las fuerzas especiales del EPS. En algunos casos estos golpes incluyeron la eliminación física de jefes contrarrevolucionarios, como el sanguinario “Comandante Diablo”. Pero la prensa nacional registra que también hay varios crímenes fuera de ese contexto, que jamás fueron esclarecidos y que reclaman explicaciones, como los de Jorge Salazar, Arges Sequeira Mangas y, el más célebre, ocurrido dentro de un perímetro de seguridad en el centro de Managua, controlado por el Ejército, el del jefe de la contrarrevolución ya desmovilizada, Enrique Bermúdez, abatido frente a la pirámide de inspiración maya, del entonces Hotel Intercontinental Managua. En otro contexto, se produjo el asesinato del periodista Carlos Guadamuz por parte de las mismas fuerzas que operan tras las sombras.
Para el periodista sueco, una conferencia de prensa es algo sagrado, porque es un espacio donde se reúnen diferentes tipos de comunicadores, con distintos intereses, representando a una diversidad de medios de comunicación, donde no hay ningún ánimo militar, los hombres y mujeres de prensa están desarmados, cumplen con su trabajo de recolectar información captando las declaraciones e indagando sobre sus puntos de interés. Se requiere cierto o mucho grado de deshumanización para realizar un atentado en un escenario como éste.
Hizo ver Torbiörnsonn que es la primera vez en la historia moderna que un gobierno comete un acto terrorista durante una conferencia de prensa, de ahí los adjetivos de “inmorales y nada éticos”, que endilga a la dirección del FSLN, la que, desde el poder, considera, debería reconocer sus actos e indemnizar a las víctimas. La historia solo registra otro bombazo similar, que fue en Afganistán.
Reacciones diversas ante la película
Para sandinistas desencantados con el Frente, la película de Torbiörnsonn solo es otra confirmación de las atrocidades que cometieron unos líderes que se disfrazaron de revolucionarios para estafar al pueblo nicaragüense y a la comunidad internacional que los apoyó; para algunos que todavía creían en esos líderes, la cinta les ha causado dolor, y ya nada volverá a ser igual en sus creencias y adhesiones políticas. Otros, como una señora que abandonó furiosa el local de la Alianza Francesa donde una noche de estas se presentaba el documental, se trata de una artimaña de la derecha, la oligarquía y el imperialismo yanqui y europeo.
Torbiörnsonn no sólo logra poner en evidencia a los culpables de la matanza de La Penca, sino también la falsedad del carácter revolucionario de algunos líderes, quienes se han empecinado en mantener sepultado este asunto, en vez de desempolvarlo de una vez y para siempre, darle una explicación a las víctimas, identificar a los culpables directos y hacerlos pagar por este delito de lesa humanidad. Pero en vez de esto, están en el poder.
El documentalista sueco logra apartarse del tradicional cine europeo frío y muy racional, e incorpora situaciones emocionantes, como una historia de amor entre un miliciano al que miró en un camino polvoriento de Las Segovias y en su destartalado carro amarillo ahora convertido en un gallinero, lo transportó, junto a otro, a la localidad de San Fernando, escenario reciente de violentos disturbios por reclamos de cédulas de identidad. Y conoció a la muchacha de la que el joven se enamoró, y filmó su casamiento. Casi un cuarto de siglo después, los incorpora en su película con su historia de amor plagada de dificultades económicas, y ambos se desempeñan como si fueran actores, especialmente ella, que juega un papel estelar.
El título de la película, “Último Capítulo. Good bye Nicaragua”, sugiere que aquí se cierra esta escalofriante historia, y se rompe la atadura a nuestro país que el cineasta sueco ha arrastrado todos estos años como un condenado a muerte. En términos ideológicos ya le dijo adiós, porque considera que el proceso que culminó con la victoria revolucionaria de 1979, fue traicionado, y “Nicaragua perdió su futuro”. Pero su adiós debe ser entonces al FSLN y no a Nicaragua. Desde otra perspectiva podría equivocarse. Podría ser el comienzo de otro capítulo. El capítulo de llevar a los criminales de guerra ante una corte internacional que los juzgue por delitos de lesa humanidad, los cuales no prescriben jamás.
Después del impacto que la presentación de su película provocó en Costa Rica en mayo pasado y del que está causando en Nicaragua, Peter Torbiörnsonn ha alcanzado mucho de la paz que tanto buscaba o, al menos se siente aliviado, pues cree que está divulgando la verdad, que está exponiendo a la luz a quienes vestidos con piel de cordero, desde las sombras dirigieron tan abominable crimen, y, en especial, está limpiando su nombre. Un fantasma está recorriendo Nicaragua…
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