GRAVES CONCESIONES
A LA CORRUPCIÓN Y LA INJUSTICIA
Es grave la posición de algunos de los más lúcidos periodistas militantes del FSLN que han tenido la valentía de escribir, porque de manera acomodada y acrítica, se guardan la razón y toda su capacidad para distinguir el bien y el mal, y hacen apología de la corrupción y la violación de la Constitución y de las leyes ordinarias.
Renuncian a los sueños de un orden social justo y asumen como algo “normal” el irrespeto al orden, a los valores, a la legalidad, al Derecho, a las normas que hacen posible la convivencia social. ¿Para qué tantos caídos, para qué tanta lucha, para qué tanta sangre derramada?, si no importa el respeto a los derechos de cada quien, por fidelidad al partido y al caudillo.
Entonces que ni siquiera haya elecciones, no perdamos el tiempo y de una sola vez coronemos Rey o Emperador al Presidente y candidato Daniel Ortega, y como Reina o Emperatriz, a su esposa, la Primera Dama Rosario Murillo, y que él proclame a los cuatro vientos “El Estado soy yo”, y regresemos al más terrible de los absolutismos.
No importa la historia, los saltos o los lentos avances sociales, no importa la Comuna de París, la Revolución Francesa, la Revolución de Octubre, no importa ningún avance social, lo que importa es usufructuar el poder, porque la política es así, y todos los políticos deben ser así, como proclama Rolando y secunda Mario.
Promovamos la corrupción, compremos a los que están dispuestos a venderse, como Roberto Rivas y al Cardenal Obando, como ha dicho Rolando. Hay que comportarse de esa manera, agrega, porque estamos entre una manada de leones en la selva. ¿Y para qué hubo una Revolución, para qué se destruyó a una dictadura? ¿Para establecer otra?
¿Qué pasó con nuestros sueños, compañeros? ¿Adónde se fueron nuestros ideales de justicia? Los referentes están claros, los derechos de todo el mundo también. La justicia social y la libertad, deben ir de la mano, no existe una sin la otra. Entonces, ¿por qué justificar los atropellos, por qué sumarse a quienes violentan la ley? ¿Y el pensamiento propio, la capacidad de analizar el entorno y de pronunciarse con justeza? ¿Ya no importa nada? Como “no hay político pendejo, ni venadito cojo que corra entre leones”, ¿hay que ser como ellos?
El pueblo confía el poder que tiene a los partidos y candidatos por quienes deposita su voto en las elecciones, pero no cede todo el poder, porque éste debe ejercerse desde el marco de la ley, con los límites que impone el Derecho, precisamente para proteger a los gobernados de los exabruptos y las perversiones que se pueden desarrollar desde el poder, porque el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. ¿Esto es lo que queremos para Nicaragua? ¿Queremos que se instaure el absolutismo?
Uno de estos colegas confiesa: “Si yo fuera político, sinceramente y honestamente lo digo, haría lo mismo que hacen ellos en el mundo que se ha construido para su buenaventura”. ¿Qué está pasando? ¿Ya no hay principios, no hay valores, aunque se invoquen, aunque se hable de Revolución, aunque se recuerde a los héroes y mártires, aunque se haga referencia al programa histórico del FSLN y al legado ideológico de Carlos Fonseca o de Óscar Turcios o Ricardo Morales? ¿Se ha renunciado a ese legado?
Por un lado, está bien que los colegas militantes del Frente, hombres de vanguardia, ejemplarizantes, se presenten tal a como son, a como realmente piensan, plegados totalmente a la voluntad de un partido y de unos políticos, que según ellos mismos, actúan como todos los políticos; pero, por otro lado, no está bien que dejen de ser una reserva moral del periodismo y de la sociedad, porque el pueblo nicaragüense necesita comunicadores sociales que no abandonen los sueños de justicia y libertad.
Si estos comunicadores sociales que tienen una preparación superior a la de la mayoría de la población son capaces de hacer a un lado sus naturales reservas ante la corrupción y la injusticia, ¿qué debemos esperar de muchos otros que no tuvieron la oportunidad de ellos de hacerse de un bagaje cultural que les permitiera defenderse y salir airosos ante los avances de los depredadores, de los que toman el poder para su usufructo y no para servir al pueblo? ¿Esto es un reflejo fiel del estado de ánimo y de la consistencia ideológica de la militancia de este nuevo Frente Sandinista para el que no hay límites en el ejercicio del poder? ¿Este pensamiento es representativo de los colegas que se identifican con el FSLN? O, peor aún, ¿su enfoque sobre cómo debe ser el ejercicio del poder representa el pensamiento de la mayoría de periodistas de Nicaragua sin importar sus adhesiones partidarias?
No debemos perder la esperanza. Esta es la historia de la Humanidad, una historia de tropiezos, de caídas y levantadas, de avances y retrocesos, pero, en algún momento, en Nicaragua se dará un punto de inflexión, y podremos reemprender la oportunidad histórica desaprovechada que se nos abrió el 19 de julio de 1979. La espera puede ser larga, pero el final es inexorable, de derrota para los dictadores, y de victoria para los pueblos.
(*) Editor Revista Medios y Mensajes.
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