REPORTAJE: LA GRAN FILTRACIÓN
250.000 motivos para publicar
Muchos de los telegramas son extensos informes que es preciso editar para no poner en peligro vidas humanas
El 1 de noviembre, Julian Assange se reúne con los directores de los diarios y propone incorporar a EL PAÍS
"Los Gobiernos tratan con EE UU porque favorece sus intereses, no porque sepamos guardar secretos", afirmó Gates
Los cinco medios acuerdan que todo ha de publicarse primero en Internet. Es un salto más en la revolución digital de la prensa
"No se preocupe", dijo un líder extranjero a Clinton, "debería oír lo que nosotros decimos de usted"
Si algo le ocurre a Assange, Wikileaks dará la clave para abrir un archivo en Internet con miles de documentos más.
La
salida a la luz de los cables del Departamento de Estado filtrados por
Wikileaks muestra el mundo tal y como lo concibe Estados Unidos. La
superpotencia trata de anular la capacidad de Julian Assange para
seguir difundiendo documentos confidenciales.
Joseba Elola, Álvaro de Cozar y Yolanda Monge 05/12/2010
Unas
instrucciones de cómo funciona el mundo. Podría valer para explicar qué
son los 250.000 cables del Departamento de Estado filtrados por la
organización Wikileaks y publicados esta semana por cinco medios
internacionales, entre ellos EL PAÍS. Además de enjundioso, ese manual
es complejo y está escrito por Estados Unidos. En su lenguaje. Es su
manual, su visión del mundo. Y esa mirada permite comprobar el poder
que ejerce o intenta ejercer la gran superpotencia. Observar cómo
despliega sus tentáculos a través de sus terminales, las embajadas, en
cada rincón del planeta. Confirmar que cada país tiene su soplón
autóctono, su político complaciente, su juez, empresario o banquero
dispuesto a aceptar una agenda ajena.
La línea que separa la
diplomacia del espionaje es delgada. Algunos ya lo sabían, otros lo
intuían, pero ahora hay una prueba documental accesible para
periodistas, historiadores, analistas políticos y todo aquel que quiera
mirar por el ojo de la cerradura y ver las intimidades del Estado; lo
que piensa Washington de líderes como Putin, Berlusconi o Merkel, las
órdenes para espiar a los diplomáticos de la ONU, la corrupción en
Marruecos, Rusia y Afganistán, el miedo que despierta Irán entre los
países árabes, el interés de China por controlar una futura Corea
unificada. Y la profunda infiltración de los espías cubanos en
Venezuela, las peticiones de informes sobre la salud de líderes como
Cristina Kirchner o la connivencia de la administración socialista en
España con EE UU para obstaculizar el caso Couso. Un puñado de
historias cada día y una catarata de reacciones en cada extremo del
globo.
El caso de los papeles del Departamento de Estado o, como
Wikileaks lo ha llamado estos días, el Cablegate, pasará a la historia
de las filtraciones junto con la publicación de otros documentos como
los Papeles del Pentágono en 1971, o los de Irak, también difundidos
por Wikileaks. Es la gran filtración, una historia de la que este
periódico ha formado parte junto con otros cuatro medios de
comunicación, el estadounidense The New York Times, el alemán Der
Spiegel, el británico The Guardian y el francés Le Monde.
Siete
días asistiendo a un capítulo de la historia del siglo XXI en directo.
Hasta ahora había que esperar años para que los historiadores nos
contaran lo que pasó realmente en las reuniones secretas entre líderes
mundiales. Ahora sus conversaciones y tejemanejes saltan a nuestra
pantalla. Habrá que ver qué se deriva de este episodio. Los usos en las
relaciones diplomáticas pueden verse redefinidos. Los políticos quizás
se vuelvan más precavidos en sus conversaciones. Eso sí, los medios han
dado un salto de gigante en apenas siete días: cinco diarios de
referencia saben que pueden tener un alcance global sin precedentes si
deciden unir sus fuerzas.
La historia de esta coalición
informativa arranca a finales de mayo, cuando The Guardian entra en
contacto con Julian Assange en Bruselas. El diario británico intuye que
el australiano, de 39 años, ha tenido acceso a documentos secretos de
la administración norteamericana. Propone una alianza: la web de
filtraciones, el diario británico y, fundamental, un gran diario
norteamericano que permita multiplicar el alcance y que sirva de
parapeto para que EE UU no tumbe una iniciativa llegada desde el otro
lado del charco. "Era una cuestión de seguridad y de números", cuenta
por teléfono desde Londres Alan Rusbridger, director del rotativo
británico. Julian Assange dice entonces que habrá que sumar al alemán
Der Spiegel.
Esta alianza de tres medios de comunicación con la
web de Assange lanza el 25 de julio la primera filtración, los papeles
de Afganistán, 75.000 documentos que destapan la muerte de cerca de
20.000 afganos.
La segunda entrega llega el pasado 24 de octubre.
Julian Assange ofrece una conferencia de prensa mundial a través de Sky
News en la que presenta Los papeles de Irak. Cerca de 400.000
documentos que destapan la guerra sucia del Ejército estadounidense.
Una niña a la que matan mientras jugaba en la calle en Basora, un
detenido esposado al que ejecutan a tiros en la calle, torturas,
asesinatos, más de 15.000 civiles cuya muerte había sido ocultada. Un
nuevo socio se incorpora a esta segunda entrega, el vespertino francés
Le Monde.
El 1 de noviembre Julian Assange se reúne con los
directores de los medios. Plantea que es necesario contar con EL PAÍS
para la siguiente entrega. Es el diario que permite abrir la puerta a
los lectores de habla hispana. Se está cocinando la filtración más
ambiciosa de la historia.
Tras varios contactos telefónicos entre
Assange y el director de EL PAÍS, Javier Moreno, el director adjunto,
Vicente Jiménez, y el subdirector Jan Martínez Ahrens viajan a Ginebra,
donde mantienen varias reuniones con el fundador de Wikileaks sobre los
documentos secretos y su alcance. Las negociaciones con Assange
culminan poco después en Londres con el director de EL PAÍS, quien
coordina en la capital británica el ritmo de publicación con los otros
directores de medios.
El material que hay que revisar exige una
labor titánica. Son 250.000 cables, muchos de ellos extensos informes
que deben pasar el filtro de una edición periodística para no poner en
peligro vidas humanas.
La información está almacenada en texto plano,
formato CSV (del inglés comma-separated values), un montón de ficheros
almacenados en hileras separadas por comas que hacen que los textos se
asemejen más a un archivo de Excel, con tablas, que a un texto legible.
Es indispensable el trabajo de los técnicos informáticos que los
convierten en documentos analizables por los periodistas.
Con el
material de Wikileaks los diarios eligen qué quieren publicar. No hay
transacciones económicas de ningún tipo. Los medios informan a la Casa
Blanca de que la información está en su poder y esperan las objeciones
que ponga la administración de Obama si considera que en algún caso se
pone en riesgo la vida de personas. Cuando proceda, se tendrán en
cuenta sus recomendaciones. En unos casos se ignoran, en otros se
aceptan.
No es fácil establecer el calendario de publicaciones.
Tres diarios europeos, The Guardian, Le Monde y EL PAÍS, un semanario
alemán y un diario al otro lado del Atlántico. La apuesta está clara.
Esta vez todo saldrá primero, y simultáneamente, en la web. Para los
medios de comunicación, este es un salto hacia adelante sin
precedentes. Una nueva vuelta de tuerca a la revolución digital de la
prensa.
Mientras tanto, el Departamento de Estado prepara su
defensa. Es viernes 26 de noviembre, dos días antes de que la
filtración se haga pública. Un grupo de funcionarios se muda al War
Room, un espacio en el sótano de sus oficinas en Washington, donde a
partir de entonces seguirán día a día las filtraciones. Hillary
Clinton, según relatará luego, comienza a llamar a los líderes del
mundo para prevenirles de que en los próximos días verán publicadas
historias que pueden no ser de su agrado. Algunos lo encajan bien. Para
quitarle hierro al asunto, uno de ellos dice a la secretaria de Estado:
"No se preocupe, debería oír lo que nosotros decimos de usted".
Para
Wikileaks es una semana de repeler ataques. Los ciberataques llegan
desde varias zonas del mundo. Son ataques distribuidos de denegación de
servicio (conocidos habitualmente por las siglas DDoS, del inglés
Distributed Denial of Service) o lo que es lo mismo, acometidas
realizadas desde decenas de miles de ordenadores infectados previamente
con un virus informático que los convierte en robots al servicio del
atacante (botnets). Cada uno de esos ordenadores recibe la orden de
ejecutar múltiples peticiones simultáneas al servidor web de Wikileaks.
Todos los ordenadores actúan al mismo tiempo y logran que la web
atacada no sea capaz de atender a todas esas peticiones "malignas".
Resultado: los usuarios que intentan entrar en la página ven que el
servidor no responde.
Los ataques se repiten con más intensidad
el día fijado para la publicación de los cables. "Estamos siendo
atacados masivamente", dice ese día la organización en Twitter. Casi
simultáneamente y en la misma red social, ocurre un extraño
acontecimiento: se filtra la filtración. Por un error de distribución,
según explica después la revista alemana Der Spiegel, varios ejemplares
del semanario llegan a la estación de Basilea (Suiza). Una radio local
consigue la revista pero se consigue evitar que destripen el contenido
de la exclusiva en las ondas. No es suficiente. Un twittero que se hace
llamar Freelancer_09 y que solo tiene unas decenas de seguidores se
hace con un ejemplar. "Der Spiegel muy temprano en la estación. Veamos
qué trae", escribe a mediodía. Poco después cuelga el esperado titular:
"Destapado. Así ve América el mundo". Unos minutos después,
Freelancer_09 cuelga la portada de la revista en la que se ven las
fotos de los líderes mundiales y lo que dicen de ellos los embajadores
estadounidenses: Ahmadinejad ("Es Hitler..."); Berlusconi ("Fiestas
salvajes"); Putin ("Macho Alfa")... Freelancer_09, que sigue colgando
todas las páginas de la revista, suma cada vez más seguidores. Ya son
240. El efecto de la exclusiva corre peligro de diluirse.
Se
evalúan los riesgos. Son bajos. Para empezar, y aunque Freelancer_09,
sigue colgando páginas, están en alemán. Las historias internacionales,
además, no llegan hasta la página 96. Hay margen para actuar. Aún así,
se decide adelantar unas horas la publicación en Internet de la
exclusiva mundial.
Siete y media de la tarde, hora de Madrid. La
gran filtración inunda la Red: la diplomacia americana queda al
desnudo. Sus planes, sus secretos y sus obsesiones, a la vista de todo
el mundo. El Cablegate devuelve más de 11,4 millones de resultados en
Google y se convierte rápidamente en uno de los temas del momento en la
red social Twitter. Wikileaks se convierte en la segunda búsqueda más
solicitada en Google en todo el mundo, solo superada, cosas de la Red,
por el actor Leslie Nielsen, fallecido ese mismo día. En España, la
palabra se convierte en la que más crecimiento experimenta.
La historia es imparable y está por todos los rincones de la Red
Se
suceden las reacciones. A la mañana siguiente, la secretaria de Estado,
Hillary Clinton, comparece ante un grupo de periodistas
estadounidenses. "Señora Secretaria: ¿se siente usted avergonzada,
personal o profesionalmente, por esta filtración?". Media sonrisa de
Clinton. "Bueno, Charlie, como ya he dicho en mi comunicado, tengo
confianza en que las relaciones que hemos creado durante esta
Administración sobrevivirán a este desafío", dice. Califica la
filtración de "robo" y de "ataque a la comunidad internacional". Es la
puesta en escena de un control de daños activado semanas antes y que se
produce en la víspera de su gira por Asia, que le llevará a encontrarse
con muchos de los aludidos en los cables.
Clinton usa en esa
conferencia de prensa la palabra desafío y el fiscal general, Eric
Holder, ha hablado antes de abrir una "investigación criminal". El
presidente Barack Obama no concede preguntas y delega los comentarios
sobre el tema en miembros de su Gobierno. Robert Gates, secretario de
Defensa, trata de minimizar los efectos del Cablegate y asegura que no
complicarán mucho la política exterior de Estados Unidos. Gates recurre
a una frase elocuente que quizás exponga el problema de una forma
demasiado cruda: "Los Gobiernos tratan con Estados Unidos porque
favorece sus intereses, no porque les caigamos bien, no porque confíen
en nosotros ni porque piensen que podemos guardar secretos".
Efectivamente,
no pueden guardar secretos. O al menos, no en esta ocasión. Así que el
miércoles, Obama anuncia la creación de un nuevo puesto: un zar
antifiltraciones. Russell Travers, que hasta la fecha había sido
subdirector del Centro Nacional Antiterrorista, se encargará de
asesorar al presidente para que no se vuelva a producir una apropiación
indebida de información de las dimensiones del Cablegate.
El
intento de minimizar el golpe fracasa. No cuenta, por supuesto, con la
ayuda de los republicanos, muchos de los cuales empiezan a pedir la
cabeza de Assange en bandeja. El presentador de la Fox Bill O'Relly
pide incluso la ejecución del australiano, mientras el republicano Pete
King reclama que se considere a Wikileaks como organización terrorista.
En el ala opuesta del Congreso, tampoco se contribuye a que la historia
tenga un perfil bajo. Joe Lieberman, senador independiente y ex
candidato demócrata a la vicepresidencia de EE UU en 2004 -hoy preside
el Comité de Seguridad Nacional de la Cámara Alta-, hace varias
llamadas y fuerza al gigante Amazon a que expulse a Wikileaks de sus
servidores. La web de las filtraciones llevaba una semana alojada en
sus servidores para zafarse del aluvión de ataques informáticos.
A
la iniciativa de Lieberman se suma la de miembros del Congreso de
Estados Unidos, que tratan de acallar totalmente al grupo de Assange y
exigen a su Gobierno que prohíba la visita a la web Wikileaks.org desde
direcciones norteamericanas. Además, solicita que se elimine esa
dirección permanentemente de todo el directorio de la web.
El
jueves, este periódico se pone en contacto con Assange. El australiano,
que acaba de entrar en la prestigiosa lista de candidatos a personaje
del año de la revista Time, ilustra la situación en la que se
encuentra: "Under attack" (en pleno ataque). Al día siguiente, su más
estrecha colaboradora insiste en el mensaje: "Tenemos mucho encima:
órdenes de arresto, ataques...".
La policía británica acecha a
Assange. Lleva oculto desde agosto. La justicia sueca le busca para que
testifique por los cargos que se le imputan: acoso sexual y violación.
Dos encuentros sexuales que mantiene con dos mujeres en Estocolmo
resultan en una doble denuncia. Acaba de agotar su último recurso ante
el Tribunal Supremo del país escandinavo. Sobre él pesa una nota roja
de la Interpol, una orden de búsqueda internacional que impide que
pueda salir de su escondite. Su actual lugarteniente en Wikileaks,
Kristine Hrafninn, asegura que ha recibido varias amenazas de muerte.
Por si acaso, la organización ha colgado en la página web
piratebay.org, una especie de seguro de vida; si algo le ocurre a su
fundador, Wikileaks facilitará la clave para abrir el archivo
INSURANCE.AES256, una nueva filtración con miles de documentos.
Aunque
el cerco se estreche, apoyos no le faltan. El hombre que filtró los
Papeles del Pentágono, Daniel Ellsberg, de 79 años, publicó ayer una
dura carta en su página web en la que acusaba de cobardía a Amazon por
haber expulsado a Wikileaks.
El alcance de la filtración de los
Papeles del Departamento de Estado solo es comparable a la que
protagonizó este analista militar. Ellsberg desafió a la administración
de Nixon sacando a la luz el informe secreto del Departamento de
Defensa de EE UU sobre la implicación militar y política del país en
Indochina entre 1945 y 1967. Los papeles fueron publicados primero por
The New York Times. Los documentos dejaron al descubierto la historia
secreta de la guerra de Vietnam y revelaron que existían dos versiones:
la que contaba la Administración Johnson al público y la que se urdía
en secreto en los despachos.
¿Cuántas veces los periodistas
acceden a lo que se cuece en esos despachos? "Hay muchas historias que
al final no llegan a la opinión pública", opina Javier Moreno, director
de EL PAÍS. "Encontrarse un material probatorio como este constituye un
momento mágico para cualquier director de periódico. ¿Cuántas historias
sabemos y no podemos contar porque no tenemos material documental para
apoyarlas?".
Tener el privilegio de conocer de primera mano cómo
se manejan los políticos entre bastidores es algo que ocurre pocas
veces. La gran filtración, a través de diarios de referencia, de
Internet y de las redes sociales permite al menos poner más trabas al
abuso de los poderes y a la ocultación de secretos que no tienen por
qué ser secretos.
Un soldado de 22 años con acceso a miles de documentos secretos
El
soldado de primera clase Bradley E. Manning es, según el Departamento
de Defensa de Estados Unidos, el culpable de las filtraciones más
conocidas difundidas por Wikileaks. Se le acusa de haber utilizado su
puesto en una base de Bagdad para llevarse los papeles del Departamento
de Estado, los documentos sobre las guerras de Afganistán e Irak y el
vídeo en el que los pilotos de un helicóptero norteamericano Apache
mataban, entre risas, a varias personas en Bagdad, entre ellas, un
periodista de Reuters. Aparte de eso, la versión del Gobierno cuenta
que el ego de Manning se desbordó y acabó contando en un chat sus
logros. "Entraba con un CD regrabable con un rótulo en el que decía
Lady Gaga, borraba la música y grababa un archivo comprimido [...]
Escuchaba y cantaba la canción de Lady Gaga Telephone mientras cometía
el que posiblemente es el mayor robo de información de la historia
americana", escribió Manning. Al otro lado del chat, quien leía los
alardes de Manning era Adrián Lamo, un hacker arrepentido y condenado
por introducirse en las redes de The New York Times y Microsoft. Fue él
quien le delató el pasado mayo. Se supone que Manning se llevó los
documentos en noviembre de 2009. Wikileaks no emitió el vídeo de la
matanza de Bagdad hasta abril de 2010 y los militares no le detienen
hasta un mes después, cuando Lamo le ha traicionado.
Manning era
un analista de inteligencia, categoría 35F. Los ordenadores que
utilizaba estaban conectados a dos redes del Pentágono creadas tras los
atentados del 11-S para evitar la descordinación entre las distintas
agencias: SIPRNet - que acaba de ser desactivada para evitar fugas- y
JWCIS. La primera para los cables secretos y clasificados y la segunda
para los desclasificados. La pregunta que todo el mundo se hace ahora
es cómo puede ser que un soldado de 22 años tenga acceso a miles de
documentos del Departamento de Estado desde su puesto de Bagdad. ¿Cómo
puede alguien llevarse en un CD de Lady Gaga tanta información valiosa
para un país sin que nadie sospeche nada? Y lo más importante, ¿por qué
se hizo con esos archivos? La mayoría de ellos son recientes, pero
también hay ficheros no muy relevantes que se remontan a 1967. Manning
se enfrenta a una condena de 52 años de prisión. Por ahora, permanece
aislado en una celda en la base de los Marines en Quantico, Virginia,
donde no puede responder a ninguna de estas preguntas. -
Una coalición informativa inédita
La
publicación de los 250.000 cables del Departamento de Estado ha
demandado una colaboración inédita hasta ahora entre cuatro medios
escritos de Europa y uno de Estados Unidos: The New York Times, Le
Monde, The Guardian, Der Spiegel y EL PAÍS. Desde un principio se
acordó que era necesario compartir información. También había que
dividirse la tarea de desbrozar montañas de telegramas por continentes:
EL PAÍS aportaría músculo para hacerse cargo de los documentos
relativos a América Latina. Tráfico constante de sms y correo
electrónico, múltiples reuniones; la coordinación ha sido compleja,
pero productiva. "Hemos desarrollado un mayor respeto mutuo aún, si
cabe", dice Alan Rusbridger. "Todos aprendemos trabajando con
fantásticos periodistas de otros países".
Coordinar un calendario
de publicación era otro de los temas clave. Las historias comunes se
han difundido primero en Internet y luego en la versión impresa. La
publicación de los textos periodísticos se ha visto respaldada por la
de los cables más esclarecedores, que se han colgado en los respectivos
sitios web. Algunos han sido editados para evitar que se difundiera la
identidad de personas que pudieran estar en peligro; otros, para no
destapar historias que saldrían más adelante: muchos de los cables
reflejan encuentros en lo que se abordan múltiples temas.
En la
era de los soportes digitales, también ha sido necesario imprimir mucho
papel. Solo la impresión de los 3.600 cables de la Embajada de España
ha supuesto unos 12.000 folios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario