Aplicar leyes y crear impuestos
para fomentar orden e higiene
Guillermo Cortés Domínguez (*)
El recién iniciado discurso de año nuevo de Rosario Murillo de promoción del aseo, la higiene y el orden en las instituciones públicas y la comunidad, es correcto, sin embargo, le faltan complementariedades indispensables para que tenga éxito, sino, solo será pura demagogia.
Los aspectos a combatir señalados por la Coordinadora de Comunicación del gobierno, tienen un trasfondo ideológico, es decir, culturales, están directamente relacionados con costumbres malsanas, y, por tanto, son difíciles de remover y más aún de sustituir por prácticas adecuadas.
Convertir a una persona desordenada, maleducada y desaseada, en alguien ordenado y aseado, puede demorar muchas décadas o toda una vida. Para que realmente haya un cambio, el discurso es totalmente ineficiente. En primer lugar, se necesita una campaña de comunicación tanto en medios masivos como en medios directos o personales, así como políticas de Estado.
En el Estado hay que desarrollar de manera sistemática y permanente diversas actividades formativas sobre el servicio al cliente, al consumidor, al pueblo que hace filas y que en muchos casos le aguanta de todo a muchos funcionarios ineptos, inescrupulosos, maleducados y corruptos, que no saben atender a quien financia el pago de sus salarios.
La estructura gubernamental es un tinglado de poder, y debe utilizarse por el bien social, por ejemplo, en este caso, aplicar las leyes existentes que penalizan contaminar el ambiente, botar basura en la calle o en cualquier lugar fuera de los lugares designados para ello.
En cuanto a esa plaga mortífera de los plásticos, por la vía impositiva se puede contener su importación. Hay que subirle los impuestos a todo el plástico que será utilizado para empaques, a fin de desalentar su uso y gradualmente eliminarlo. Solo el discurso, no sirve para nada. Las palancas estatales son determinantes para impulsar con éxito políticas públicas.
(*) Docente, Escritor y Periodista.